sábado, 12 de julio de 2014

CARTA ABIERTA A LA CONCEJALA DE RÉGIMEN INTERIOR



CARTA ABIERTA A LA CONCEJALA DE RÉGIMEN INTERIOR.


UNA HISTORIA TRISTE Y REAL


Buenos días Sra. Ranera.

Soy W.Wallace y me propongo narrar una pequeña, pero épica historia que sucedió recientemente en sus dominios, en la tierra que vuestra merced domina desde hace años y que no es suya, sino de todos los que la habitamos, pero cuyo vulgo os debe obediencia según esta establecido en las leyes humanas, que no son las mías.
Perenezco a un linaje casi extinto de gentes que tienen como código de conducta la honradez y el trabajo, que son libres de obra y pensamiento, que consideran un contrato firmado un apretón de manos y que no traicionan la palabra dada, en fin, gente de otra época.
Adelanto que esta, no es una historia bonita con final feliz, es una historia de traición y dolor, de injusticia, de mentiras. Quien no tenga sus manos y conciencia limpias, le recomiendo que no siga leyendo.

Como corresponde a un guerrero, no me dejo llevar facilmente por los sentimientos ya que ello le hace a uno vulnerable. Soy amante del entrenamiento duro, el estudio del oponente, lecturas de estrategia y novelas de caballería. No obstante, los hechos acaecidos ultimamente en esta, varias veces milenaria Caesaraugusta nuestra, me han tocado algo profundo, muy abajo, más aún de donde se digiere el alimento, por eso, disculpe que narre los hechos vivídos por nos, bajo su poder en los términos que mi humilde conocimiento y mi ira contenida, me permitan tal vez escribir con acierto.

Aquella era una batalla fácil en principio, al menos no más dura que otras similares, así se nos dijo, tanto por parte de amigos como de enemigos, con aprobar con nota el primer examen que sería dificil y los puntos del concurso debía ser suficiente.
Mal se os tiene que dar, nos decían unos y otros. Ya habeis demostrado bastante en todos estos años, quienes iban más lejos, algunos incluso jefes directos y responsables, confiados en el buen hacer de la empresa al plantear la batalla.

Pero... ¿Que pasa? ¿Como ha sido?- Uno ha caído, y otro, y otro, y otro, y así hasta casi 50 de 65 combatientes.
La batalla fue cruenta, todavía recuerdo la boca seca por los nervios, el no haber comido apenas nada desde hacía 72 horas, el dolor de brazos por blandir mi espada, las agujetas por noches en vela y tensión repasando aquellos conocimientos teóricos que habían servido en otras muchas guerras similares, pero no, esta no, no era una batalla justa, no fue una guerra justa, respetada Sra.
No por no haber vencido, sino por el terrible dolor inflijido sin sentido alguno y en el peor momento.
Así, uno tras otro, fueron cayendo victimas de la barbarie y del fuego enemigo, compañeros y amigos, al fin, tras la batalla, silencio, siempre silencio.
Salí del examen, con la misma rabia ciega que en otros casos similares (por desgracia son muchos años viendo cosas parecidas que le hacen a uno fuerte ante la adversidad), sin saber muy bien que decir ni que hacer, desconcertado, como otros.
-Pero ¿Si ya estábamos dentro? ¿Porqué?- Me decía uno.
Era lo que más se escuchaba entre lamentos y gemidos de dolor, juro que si en ese momento hubiese tenido delante un solo culpable de aquello, hubiese tenido muchos problemas para llegar por su pie al hospital que estaba a escasos pies de distancia de allí. Pero no, como toda traición había sido mascullada en silencio, con alevosía, con maldad suprema, buscando hacer el mayor daño posible entre nuestras filas, con la exquisita perversidad de quienes bajo el amparo de la solidaridad y la defensa de los trabajadores defienden las más bajas y mezquinas motivaciones, de quienes no obran bajo mayor principio que el de si mismos y su codicia.

Después de aquellos minutos de duda y estupor, unos pocos conseguimos sacar fuerzas para comenzar a curarnos las heridas y hablar de lo sucedido en una cafetería cercana al Auditorio, al comentar con ellos, salieron cosas que no voy a narrarle de momento, pero estaba claro, alguien de los nuestros, nos había traicionado, le había dado al enemigo a cambio de unas monedas la información que le hizo con la victoria en la batalla, el panorama era desolador, brazos y piernas amputadas, rostros ensangrentados, le aseguro que una persona refinada y culta como vuestra merced no hubiese permanecido allí sin conmoverse, incluso un guerrero como yo, tuve que abandonar prematuramente el lugar para poder repasar en calma lo sucedido y estudiar detenidamente lo ocurrido ese día.

Nos convocamos a otras reuniones posteriores, esta vez con la coraza de la sociedad actual y una vez ordenadas algunas ideas, pero con las heridas aún en carne viva y, ¿Que es lo que pude observar?, rostros abatidos de gente, a la que le habían traicionado de una forma tan íntima que todavía no eran conscientes de ello.
Allí estaba C, M, P, R, X y muchos más, varias decenas de guerreros y amazonas curtidos como yo en años de entrenamiento y lucha a los que no se les podía dar un final así, nunca, jamás debió ser así.

-!No puede ser! Tu también, y tu! No, pues vaya.-
Nos la han jugado a muchos, hemos caido a manos de la peor de las artimañas, la de los tuyos, la del hijo que asesina a su madre, la del padre que vende a su familia, la de la dueña del "mayor valor del Ayto." contra su gente, esa gente que lleva años soportando dimes y diretes, pagos de academias, amenazas de despido colectivo, bulos, miserias, carroñeros dispuestos a forrarse, infames caraduras que no tienen bastante con nada, etc.

Mientras, durante todo ese tiempo, trabajaban en silencio, abnegados, estudiando, preparándose, siendo trasladados, cambiados de turno sin rechistar, en los trabajos donde otros con más poder o estabilidad no querían ir, en fin, por una promesa de futuro, un futuro que ahora se les niega de golpe, fin de trayecto.

¿Cual era su pecado? ¿Cual ha sido el error fatal de mis pobres compañeros caidos en combate?
La respuesta después de hondas reflexiones es:
Ninguno, no es falta de preparación o relajo como insinuan algunos desde sus poltronas, tampoco ha sido la falta de espiritu de lucha o afiliación a esta o aquella bandera, todos los que veo a mi alrededor, me hacen darme cuenta que no han fallado en nada por su parte y eso es lo que más duele, estudiaron hasta que se les irritaron los ojos, hasta el mismo día del examen, no se les puede culpar más que de una cosa, la confianza.
Hemos confiado en las palabras de muchos, incluída vuesa merced, cuando nos decían, prepararos, estudiar, teneis puntos, en la última aprobaron todos interinos, nadie os regalará nada, pero vosotros estais preparados. Pues no, los datos no engañan, nunca hubiesemos podido preparar algo así, sencillamente porque no se podía esperar fue una pura loteria, o tal vez peor...

Los carroñeros han hecho su agosto y descansan en islas paradisíacas en las antípodas y otros lugares extraños disfrutando de su traición, algún buitre de paso también se miseria en la carroña de los vencidos, pero los pocos que quedan en pie, incluso los del bando ganador, reconocen a hurtadillas y con el miedo que damos los vencidos y desesperados, el hecho de la desigualdad de la lucha, de los espionajes y filtraciones, de la mala fe y el uso de armas prohibidas en el combate limpio, y cuentan y dicen, y la verdad aflora, poco a poco, pero aflora.

Pero, después de algo más de dos semanas de conocer los funestos resultados de la batalla, ocurrieron algunas cosas que nos díeron, sino esperanza que ya la tenemos perdida, si fuerza para seguir en el más activo de los combates, el que se lucha contra quien ha traicionado las reglas, el que se libra con la desesperación de crear una herida terrible que haga estremecerse los cimientos de esta injusta y desagradecida tierra de hijos de Caín.

Un día, paseaba absorto en mis pensamientos, preparando el próximo combate, tratando de olvidar el anterior como siempre hago, repasando los errores cometidos e identificando amigos y enemigos, y uno a uno, nos fueron mostrando su apoyo y consuelo aquellos que antes fueron rivales, reconociendo la tropelía cometida con nosotros, posteriormente una congregación vestida de rojo y negro, defensora de causas perdidas, se cruzó en nuestro camino, nos manifestaron su apoyo, decían dar cobijo a todo aquel que tuviese algún lamento en el corazón o en el estómago. Otros se van sumando a esta causa y así, rojos, verdes, azules y morados, todos dándose cuenta de la gravedad de la situación y de la irreparable pérdida a la que se enfrenta su feudo, todos van poco a poco reconociendo nuestro valor y entrega, nuestro sacrificio en balde, nuestras ilusiones rotas en pedazos.
Al final, nada más noble que ir con la verdad por bandera y luchar con honor ya que solo aquellos alcanzarán la gloria aún después de vencidos y mientras otros disfrutarán de una victoria vergonzosa y de unos bienes que nunca merecieron y deberán agachar su testa al paso de cualquier noble en su camino porque deberán todo, incluida su propia y mancillada conciencia.
Le anticipo que esta nueva guerra no será corta, pero si cruenta ya que quien no tiene nada que perder, se puede permitir la licencia de desgastarse hasta el límite de la propia existencia, ya hemos muerto una vez Sra. Ranera, ahora toca dar el golpe final, comienza la campaña.

Tal vez, podía haberse evitado toda esta sangre derramada, tal vez se hubieran podido hacer las cosas mejor, tal vez se hubiese podido hablar con jefaturas de los servicios afectados para conocer mejor y no cometer injusticia, tal vez podrían ustedes los poderosos rodearse de personas con menos intereses y más vocación de servicio, tal vez, tal vez... Pero el daño esta hecho y es irreparable, ¿O no? Eso no me corresponde a mi.

Siento si la he incomodado con mis letras y vocablos y le pido me excuse por mi pobre castellano, pero los funcionarios del grupo C2 solo necesitamos conocer las cuatro reglas básicas para aprobar una oposición y algunos no las conocemos bien del todo.
En cambio, tras muchos años de espada y combate cuerpo a cuerpo, un día conocí del verdadero poder de la pluma y el mazo del juez que, en su caso, haría bien en valorar.


Le saluda atentamente.

WILLIAM WALLACE


Su seguro servidor hasta el momento de mi cese y después un simple contribuyente, un guerrero sin amo y una pluma mercenaria.

2 comentarios:

  1. El infierno esta lleno de personas que insisten en que sólo hacen su trabajo

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar